viernes, 12 de marzo de 2010

Monstruo

El monstruo encarna, simultáneamente, la más grotesca pretensión de realidad y su sino. Rechina la vehemencia del insulso y el resquemor del perezoso. Por ello, el monstruo goza de una inmunidad lamentable: el distanciamiento elipsis suficiente que haga discernible su nombre y su monstruosa calificación. Esta distancia puede ser física (reclusión, aislamiento, destierro) y/o simbólica (irregularidad, anormalidad, exageración). De igual modo, suele expresarse como una discontinuidad desnaturalizada de carácter sensible o moral. Sobre este respecto, la incierta oscilación del juicio puede inducir a errores (monstruos que son tratados como gente y viceversa).

En la medida de que este distanciamiento aumenta, jala la disolución del monstruo hacia el antagonismo. Por este motivo, la irrupción del monstruo en el mundo de las convenciones suele acarrear desde desbarajustes leves (principalmente de carácter ético ó estético) hasta catástrofes con resultado de muerte. Los efectos de esta dialéctica adquieren una interesante reducción en el plano de la fenomenología: la figura del anti-antagonista o héroe. El héroe comparte atributos sobrenaturales del monstruo, pero con un signo moral definitivamente conservador. Sin embargo, de semejante conflicto, la balanza parece inclinarse a favor del monstruo. Claro está que los ejes estéticos y valóricos que concitan la invocación del héroe, tienden a desdibujarse progresivamente bajo la fisonomía de lo monstruoso. De lo anterior pareciera quedar en evidencia que la fusión de ambas realidades se originaría y proyectaría desde el mismo fondo de sentido. Pero en función de una nomenclatura cuyo signo moral crítico puede variar dramáticamente en el plano de las denominaciones. Después de todo, héroe o monstruo corresponden a categorías que no pueden ser medidas ni previstas desde ninguna exterioridad o exención.


Por otro lado, el atractivo del monstruo radica en la provocación: caldo de cultivo para aquellos grupos fuertemente proclives al morbo y al exceso de imaginación. Es a raíz de esta exhortación persistente de lo monstruoso que lo monstruoso mismo pareciera abandonar su propio carácter. Sin embargo, históricamente resultaría ingenuo suponer que por vez primera el monstruo invierte su rendimiento moral o estético, para asumir algún protagonismo inusitado en las maquetas mil veces destruidas de la ciudad de Tokio. O, por ejemplo, portando la proclama partidista de la Freudenabteilung (Joy Division) so pretexto de alguna profilaxis racial.


Redundando: acaso el deterioro de la triste y referida inmunidad del monstruo (su distanciamiento) y su porfiada irrupción en lo cotidiano; la domesticación del mal gusto; la monstruosa necesidad de barbarie y destrucción; o el culto filisteo de lo anormal, nos actualicen en un territorio plagado de monstruos, revolucionarios y chabacanos de toda índole exigiendo con fervor la realización de sus proclamas extravagantes.



Marcel Piro


viernes, 5 de marzo de 2010

monstruo

Ñuñoa, Santiago, febrero de 2010

FEBRERO

Domingo en la mañana, sol que promete ser abusivo… una mini caña de trasnoche.

A: Anoche tuve una pesadilla.

B: ¿Qué soñaste?

A: Algo apocalíptico.

B: ¿Cómo con el fin del mundo?

A: No exactamente. Soñé que piloteaba la tierra, como si fuera una nave o un avión o algo así. La cabina de comando era como una balaustrada blanca y el timón, un joestyc. Me acercaba a la luna, la veía muy de cerca. Como cráteres de dibujo animado. El cielo naranjo.

B: Que heavy…

A: Mmm, sí.

B: Me voy a hacer un té. ¿Quieres uno?

MARZO

Tarde de Sábado. Casa de familia.

C: Pasado mañana entro a clases.

D: (Haciendo un puzle) Mmm.

C: No quiero.

D: ¿Por?

C: No sé. Estoy nervioso.

D: Pero se te pasará mañana, llegarás contento. Vas a ver a tus compañeros, a tus amiguitos.

C: Me quiero quedar acá.

D: Ya, anímate.

C: Me quedan grandes las mangas de la camisa y la cotona del año pasado me queda chica.

ABRIL

Primeros vientos, un silencio de un incienso entero, ya fue el cambio de hora y parece un invierno arrollador, hay oscuridad dentro del cuarto, un pedazo de humo que se está yendo, una ventana a nada, dolor de ojos y cuello incipiente, manos temblorosas, de lana, una gotera, o a lo mejor un reloj dependiendo del gusto, más allá la escalera, la cara de nada, de post, post risa, post vida, post cacha, post miedo, post grito, post llanto, soledad, de pronto una llave en la puerta…

E: (Entrando) Ya…

F: Me lloré un confort.

E: Ya…

F: ¿Segura?

E: Sí. Lo maté. A puro tanax, le di duro.

MAYO:

Mes del mar. Gatos de mierda aúllan y follan desenfrenadamente y no dejan dormir. La guagua está raja durmiendo. La madre termina de hacer las cosas. Se va a acostar.

G: (Radio) Six in the morning or two minutes more. From the north to Llanquihue, all people woke up by a sudden seismic movement. The communications was interrupted abruptly. The first bulletin was from the voice of the Pacific Radio’s journalists. The president must to cancel the traditional celebration’s Message. Además llovió intensamente toda esa jornada en el sur de Chile.

JUNIO:

Un parque, luz de sol poniente, a través de las ramas de los árboles un tumulto de gente. Una banca con un hombre sentado en ella. Una casa roja, de un rojo colonial, una ventana de una insinuación de torre medieval. Adentro ella escribe.

H: (Sobre el papel) Me entero cuando lo veo. Me entero, me completo. Me conozco. Me entero de mí. Me pasó en la playa. Mirando la luz del sol. Era una escena de Village, de las tarjetas de cumpleaños. O de aniversarios. O de disculpas. O de feliz día. El mar. El mar brillante. El hombre ahí, con cara de circunstancia. Haciéndose el que no entendía nada – hasta el día de hoy lo hace. Vestido mal. O más bien de un estilo extraño. Mira el mar, pero hace como que no le afecta o no le importan esas cosas de niñas. O de mujeres viejas. La belleza de la naturaleza o los paseos a la playa o al campo.

I: Hola.

H: Me habla. Me da nervio. En ese minuto me di cuenta que las cosas no eran tan simples como pensaba. Podía concretarse una historia de amor. Pero era a años luz de mis pensamientos. Él siempre tenía cara de que no le importan las cosas.

I: Oye.

H: Me toca. O sea, no tanto. Más bien me toca el hombro con un dedo.

I: ¿Qué haces?

H: ¿Ahora? Miro el mar.

I: Qué haces más tarde.

H: Es una pregunta o una propuesta. Cuando dije eso pensé que había copiado de alguna película eso mismo.

I: Depende

H: Eso también sonaba a copia de una respuesta de una película. La verdad no tenía nada pensado.

I: Yo pensaba salir. A tomar algo. ¿Te tinca?

H: Y salimos. Estuvo fabuloso. Descubrí que tras esa fachada de macho recio se escondía casi un humorista. Esa noche se despidió con una sonrisa y diciendo tímidamente “nos vemos luego”.

I: Nos vemos luego.

H: 17 de Junio. Me acuerdo de Anaïs. Si, es verdad. La culpa me aturde.

JULIO

J: Yo no estuve ahí.

K: ¿Cómo que no? ¿Te vas a hacer el desentendido?

J: No se trata de eso. Tengo hijos, una familia… no sé.

K: Pero igual lo disfrutaste, igual que yo.

J: Pero tu fuiste el de la idea.

K: Puta que eres pendejo.

J: Pero trata de entender.

K: No hay nada que entender. Las cosas son sencillas. Si te quieres bajar del negocio, allá tú. Pero no vengas con mariconadas.

J: Como que mariconadas. Ubícate chuchetumare.

K: Qué hueá te pasa gil culiao.

J: Cómo que gil culiao.

K: Si po ahueonao culiao.

J: ¿Sabi’ que más maricón? ¡Chao!

K: Típico tuyo. Más encima hoy que hace más frío. ¡Ya, ándate conchetumare! Pero déjame la frazada. Ta lloviendo.

AGOSTO

11 de la noche, oscuridad casi total.

L: (Al teléfono) ¿Cómo? Sí, no te preocupes. De verdad. ¿Mañana? Mmm, no sé, me queda pescado y pensaba hacerlo al horno, pero de repente me hago un arroz y listo. Con lo que pille. Claro, igual que siempre. (Pausa) ¿Ah? ¿Por qué? ¿Mucho sol? Qué rico. ¿Alo? ¿Alo? (Corta) Bue… (Silencio total, se corta la luz. Suena una sirena, pero muy a lo lejos, a tientas busca el encendedor, pero se cae. Lo encuentra, lo enciende en penumbra total. Se ve la única luz de su encendedor. No ve nada, pero parece que a ella si la ven. Al menos esa es su sensación. Camina tanteando el suelo, que como es de tablas cruje con cada movimiento. La casa completa comienza a crujir, suena todo. Encuentra una vela. Piensa si es más siniestro llevar la vela consigo o dejarla en un sitio. La deja sobre la mesa del comedor. Pero las sobras del pan duro parecen monstruos contra la pared. Siente que alguien pasa detrás de ella. El teléfono suena una vez. Se acerca, pero deja de sonar. Silencio absoluto. Odia haber escogido la casa antigua porque era antigua y lo antiguo es bello. Odia vivir sola porque la independencia y la hueá. Ahora está envuelta en una película de terror, pero del terror de antaño. De los años sesentas. Suena todo, y cada sonido se amplifica con el silencio. De pronto otra luz de vela, pero afuera, se ve por el ventanal de vidrio texturado de mierda que mantuvo con la compra de la casa. La ventana está semi abierta, pero está semi paralizada por el semi miedo que tiene. Se asoma con ultra parsimonia. Se asoma con calma y respirando pequeño para no ser olida. Justo frente a la ventana un bulto. Parece ser una persona. Se asoma una mano. Que saca una radio con cara de radio ochentera. Yiaaaaaaaaa - piensa. Y la mano pone play a un casette. Que, por supuesto, suena lento.

L: ¿Hola?

M: (Desde el cassette. Guitarra semi yankee…) Cease to resist, giving my goodbye…

SEPTIEMBRE

N: Nunca te dejaré.

O: Dejaste tu polera en la silla.

N: Salgamos. Vamos a las fondas.

O: Ok. Espérame. Me pondré una chaqueta. Están frescas las noches todavía.

N: Ya. Apúrate.

O: Sube el seguro. Ya, gracias. ¿Andas con música?

N: Chucha, se me quedó el panel de la radio adentro.

O: No importa. Total vamos cerca.

N: Puta que hay gente.

O: Si, la cagó.

N: ¿Qué prefieres tú?

O: Mm, no sé. Un vaso de vino tinto.

N: Ya. Traiga un vaso de vino tinto y una chichita.

O: ¿Pediste la botella entera?

N: Sí po.

O: ¿No será mucho?

N: Ay, que le pones color.

O: No, si no es color. Me preocupo. Andai’ manejando.

N: Gracias. Ta super rica. ¿Cómo está tu vino?

O: Está bueno.

N: ¿Te pido otro?

O: Oye pero si todavía me queda.

N: Pero para que te pongas en onda.

O: No, gracias. Está bien así.

N: Ah… ya…

O: ¿Qué?

N: Ya tai hueviando…

O: ¿Por qué?

N: Pa que te haci’ la hueona…

O: Oye para…

N: Ándate sola.

(Silencio)

OCTUBRE:

(Pinpon)

P: La decepción…

Q: La pena…

P: La lágrima…

Q: El moco…

P: La sonrisa…

Q: La burla…

P: El odio…

Q: El insulto…

P: El grito…

Q: El golpe…

P: El moretón…

Q: La marca…

P: El estigma…

Q: La cicatriz…

P: El karma…

Q: Las aspiraciones…

P: La decepción.

NOVIEMBRE:

(Alivio absoluto, ya ha salido el sol. El sol que viene después de las lluvias. Uno lindo. Macanudo. Las hojitas de los árboles se ven más verdes. Hay una gotita de rocío. Todos los planos parecen postales. Unos pastitos verdes. Justo un perrito o perrillo guagua que corre por las praderas…)

R: ¡Oh, un honguito!

S: Sí… que lindo… pero mató a las hormiguitas que habían cerca.

R: No importa, esa es la ley de la vida.

(El agüita del riachuelo, sigue corriendo, es transparente, con leve sonido pedregoso. ¡Que agua tan cristalina! Es un hermoso atardecer)

R: ¿Viste ese murcielaguito?

S: Sí… (Suspiria) Que amor… (Vuelve a suspiriar)

R: Mira, un gatito… ¡Ih! Se comió al murcielaguito…

S: Je, je, je…

R: Mira, cuantos gatitos juntos… Uy, están arrasando con los murcielaguitos…

S: Ji. ji, ji…

R: ¡Que simpático!

(Un volcán. Hermoso, nevado. Una que otra nubecita. Flores en sus faldas. Tréboles de la buena suerte. Un color en el cielo.)

R: ¡Mira! Hay siete casitas en la pradera.

S: Mira los hombrecillos están cantando.

(Una luz maravillosa. Indescriptible para el ojo humano. Un arcoíris. )

R: Que lindos los veinticuatro viejitos sentaditos en sus sillas magníficas…

S: Uy, parece que va a llover…

R: ¡Sí! ¡Una tormenta eléctrica!

S: ¡Qué bonito!

R: ¿Estará muy helado allá abajo?

S: Es lo más probable, parece un lago congelado.

R: ¡Un león!

S: ¡Un becerro!

R: ¡Un hombre!

S: ¡Un águila!

R: Sus alitas, ojos…

S: ¿Qué es eso?

R: Una carta, con siete sellos…

S: Me dio pena…

R: Reza.

DICIEMBRE:

(Interior, noche, Chile)

T: Pone el agua en la tetera porfa.

U: Ya la puse.

T: ¿Y tú vai a tomar té?

U: No. Hace calor.

T: Tengo nostalgia.

U: …

T: Nostalgia de los muertos. Nostalgia de quienes me dejaron aquí. Siempre me sentí abandonada. Pero sabía en cada momento que no podía culpar a nadie. Era solo una sensación. Como que se adhirió a mí la impresión de que todos pasaban de largo. Nunca nadie se quedaba. No quiero sonar egocéntrica, pero tengo pánico. Un pánico de aquellos. Ahora cada partida, cada despedida me suena a abandono. Me da miedo que te vayas a comprar pan en la esquina, me da miedo que vayas comprar cigarros y que no vuelvas.

U: No entiendo.

T: Nada. Da lo mismo. Es una sensación extraña. Como que tácitamente hiciera lazos con las personas. Peco de hueona confiá’…

U: No sé si es un pecado confiar.

T: La mayoría de las veces sí. Hazme un té, ¿si?

ENERO

Z: Desearía nunca haber sentido celos.

17:54 – Febrero - 2010

Nunca verás mi rostro