domingo, 15 de agosto de 2010

Carrito

Escena uno. Subes al carrito.

Él debe decidir entre hoy o mañana si te quedas o te vas de la pega. La tensión te impide compartir el mismo espacio físico. Él entra y tu te paras y te vas de la oficina. Te parece un ser indescifrable. En algún minuto sé lo dijiste, falto poco para que le dijeras poker face.

Escena dos. El carrito se empina.

Aburrida, revisas mails para matar el tiempo. “Aquel” te manda un mail buscándote. Años sin verse. Respondes y le das tu nuevo numero de móvil. Te llama. Quedan de juntarse con otros amigos ese mismo día por la tarde.

Qué importa este reencuentro, en otra época podría haber marcado la pauta del día. Hoy, que esta todo patas para arriba, no influye en nada.

Escena tres. Baja violentamente el carrito.

Nadie habla contigo. El tema laboral no se decide, por tanto, mañana es tu último día.

Escena cuatro. El carrito gira en espirales

Noche. Estamos en el 2do bar que recorremos. Esta “aquel” y 4 personas más. Ya he expresado mi furia por mi decepción laboral y como bolsita de té, se ha ido diluyendo entre 2x1 y 2x1 de happy hour.

Noto que las matemáticas me acompañan. De 5 comensales, quedan 4. Me animo. Y si me lanzará a su cuello?. Sí, es altamente probable.

Bajamos a una pista de baile. La música es malísima. Parece que es tarde y las 2 chicas que quedan usan esto de excusa para irse. Quedamos dos y sabemos hace rato que va a pasar.

Escena cinco. El carrito rompe la ley de gravedad.

-¿Qué hacemos? -Aperrar. -Ok.

Irónica que es la vida… Mi alma, ayayay.

Escena seis. Otro loop en el carrito.

Vuelves a la oficina. Te citan a reunión. Veredicto: estas contratada. Estas contenta pero ahora la cabeza esta resolviendo el problema anterior. Sonríes, cortito.

Escena siete. Frenada.

Sincronizados, los temas y problemas se disuelven. 24hrs. Arriba del carrito. Sin tiempo, corriendo para llegar tarde. Siempre.




Por Paola Gutiérrez

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